Siempre he pensado que las cosas que nos pasan, las tristezas y alegrías, tienen el peso relativo que nosotros les queramos dar. Según interioricemos los sucesos, los asimilemos y ubiquemos en nuestra librería emocional tendrán una importancia u otra.
Quiero decir que debemos ser conscientes del poder tan grande que tenemos sobre lo que nos pueden afectar la mayoría de las cosas.
Puede que no tengamos poder sobre lo que sucede, pero sí sobre cómo nos puede afectar.
El truco está en relativizar al máximo todo aquello susceptible a serlo.
En algunas ocasiones se nos puede ir todo de las manos y dejar de ser conscientes de ese enorme poder que tenemos sobre nuestra realidad, porque para eso es nuestra.
Recientemente leí este artículo en Tendencias 21, que como agua de mayo, llegó a mis manos en el momento justo en el que necesitaba recuperar el control sobre mí.
A partir de ahora me dedicaré a reescribir, será el nuevo bálsamo para mi alma.
Muy recomendable.